Washington, DC, junio 23.- La operación “Midnight Hammer”
(Martillo de Medianoche), con la que Estados Unidos atacó por
sorpresa instalaciones nucleares iraníes, fue el mayor bombardeo con aviones
B-2 de la historia del país, en una operación preparada durante meses y que
contó con señuelos para tomar a Irán por sorpresa.
Así lo describieron el pasado domingo los altos cargos del
Pentágono en una rueda de prensa para ofrecer detalles de la operación con la
que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, entró anoche
en la guerra de Israel contra la República Islámica con el
objetivo oficial de que Irán no logre una bomba nuclear.
“Ningún otro país del mundo podría haber llevado a cabo una
operación como esta”, afirmó el secretario de Defensa, Pete Hegseth, quien
destacó que Estados Unidos posee “el mayor poderío militar que el
mundo haya visto jamás”.
El mayor bombardeo con B-2 de la historia
En total, participaron más de 125 aeronaves, incluyendo
siete bombarderos B-2, aviones cisterna de reabastecimiento, aviones de
reconocimiento y cazas. Se emplearon 75 bombas y misiles en el ataque.
Los bombarderos B-2 Spirit son aviones de combate
estratégicos diseñados por Estados Unidos para penetrar defensas
aéreas pesadas y realizar ataques de precisión, capaces de lograr una alta
invisibilidad en los radares.
Estas aeronaves lanzaron más de una docena de bombas
antibúnker de 13 mil 600 kilos sobre dos instalaciones nucleares clave: Fordow y Natanz.
Además, Estados Unidos disparó misiles Tomahawk desde un submarino
contra Isfahán.
Según explicó el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general
Dan Caine, este fue el bombardeo con B-2 más grande de la historia
de Estados Unidos, así como la misión más larga con este tipo de aeronaves
desde los ataques del 11 de septiembre de 2001.
El cronograma de la operación
La operación comenzó en la noche del viernes y se extendió
durante el sábado, hora de Washington.
Los bombarderos despegaron desde la base de Whiteman, en
Misuri. Algunos volaron hacia Guam, en el Pacífico, para actuar como señuelo,
mientras el resto se dirigió sigilosamente hacia el este en un vuelo que duró
unas 18 horas.
A las 5:00 de la tarde hora de Estados Unidos, un submarino
estadounidense lanzó más de dos docenas de misiles de crucero contra las
instalaciones nucleares de Isfahán mientras las aeronaves llegaban a
espacio aéreo iraní.
A las 6:40 de la tarde, hora de Estados Unidos y
2:10 de la mañana del domingo en Irán, los B-2 arrojaron
dos bombas pesadas GBU-57 sobre el sitio nuclear de Fordow.
Luego prosiguieron el resto de ataques y los últimos
objetivos fueron alcanzados a las 7:05 hora de Estados Unidos.
Tras completar el ataque, las fuerzas estadounidenses
regresaron sin sufrir bajas ni recibir fuego enemigo. “Los cazas iraníes no
despegaron y parece que sus sistemas de misiles tierra-aire no detectaron
nuestra presencia”, señaló el general Caine.
Trump supervisó la operación desde la sala de crisis de
la Casa Blanca, a la que llegó en la tarde del sábado tras pasar el día
jugando en su campo de golf de Nueva Jersey.
Indetectable para Irán
La operación fue planificada durante semanas y meses,
incluso mientras se desarrollaban conversaciones diplomáticas con Teherán en
busca de un acuerdo sobre su programa nuclear, según los responsables
del Pentágono. “Debíamos estar preparados para cuando el presidente
hiciera la llamada”, indicó Hegseth,
Se trató de una misión altamente clasificada: muy pocas
personas en Washington conocían su momento o naturaleza, añadió Caine.
El secretario de Defensa insistió en que se trató de un
ataque quirúrgico contra el programa nuclear iraní, sin afectar a tropas
ni a civiles.
“Esta misión no buscaba un cambio de régimen. El presidente
autorizó una operación de precisión para neutralizar las amenazas a nuestros
intereses nacionales que representa el programa nuclear iraní y para defender a
nuestras tropas y a nuestro aliado, Israel”, apuntó Hegseth.
En un mensaje a la nación el sábado por la noche, Trump dijo
que ahora la República Islámica debe elegir entre “la paz o una
tragedia más grande que la que han visto en los últimos ocho días”.
Pero el republicano, que durante su campaña electoral se
mostró crítico con las operaciones estadounidenses en Medio Oriente, ahora
se enfrenta a una disidencia interna dentro de su propio movimiento que se
opone al intervencionismo militar. (Latinus)
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